La rudísima marca de las luchas.


¿Sabes que me falta por conocer aquí...? La Arena México, y debemos ir. Ernesto, mi amigo chilango me miró con cara de fuchi, ¿por qué quieres ir ahí?, me preguntó. Por un lado, cuando viajo, me gusta conocer tres categorías del lugar: las "turiclásicas" generalmente, las iglesias, museos, edificios históricos, lo que viene señalado en rojo en las guías de turistas; Turisme Nouveau, esos barrios, plazas y lugares que se han vuelto una parada obligada en los últimos años; y el tercero pero no menos importante: el folklore local, esos lugares típicos pero más visitados por los oriundos del lugar, que de una manera u otra representa parte del color de cada lugar, en esta categoría entra "La Arena México", la meca de la lucha libre en el país, y si ya había ido en otros lados a la Villa y a Tepito ¿por qué no a la Arena México?. 
"No me gusta la violencia... nunca he visto las luchas" me dijo, ya desde ahí supe que iría solo o buscaría un acompañante menos "condechi", les respondo que todo es actuado, es como ver una obra de teatro, la gente va más por el desmadre y la chela barata, pero seguía en una postura negativa. Ante eso, me tocó decirle la segunda razón de que ir a ver la Lucha Libre Mexicana: esa violencia representaba para mí, un periodo de paz. Así. De niño el único alto al fuego que existía entre mi hermano mayor y yo, era cuando veíamos las luchas. Nos prohibimos pelear y odiarnos en la hora que duraba el programa del cual he olvidado el nombre, pero no los protagonistas: Octagón (el héroe de los niños, pero a mi me parecía tan soso) y Atlantis, su Patiño; El Perro Aguayo (¡Dios! que feo era ese hombre), El Mil Máscaras, Máscara Sagrada o Conan. Pero nuestro favorito era el llamada Vampiro Canadiense. Hoy ya lo recuerdo con algo de pena, y mucha risa, era un dark en la época del grunge, pantalón de cuero, cabello largo la de Timbiriche. Cuando fue a Morelia, mi hermano me llevó a las luchas para verlo a escondidas (mis papás no nos dejaron ir, y él inventó que íbamos al cine y su novia quería que yo fuera). El ambiente en las luchas es mucho muy distinto que el feeling que da verlo por la tele, es más eufórico, la gente pide literalmente más sangre. Por la tele para mí, era más divertido, más clasificación A. No me decepcionó ir, pero no me atrajo más la idea de ir de nuevo. 
negro y era blanco, muy blanco, se supone que era novio de Sasha
Las luchas es de esas actividades interesantes desde varios puntos. No es lo más sofisticado (de hecho, dista mucho de serlo) pero por alguna razón tanto color y movimiento es un gran atractivo para un turista extranjero que compra "máscaras mexicanas de lucha libre",  y es "el" souvenir perfecto, porque representa a México, es fácil de transportar, no pesa, y es divertido. Hay mucho que explotar turísticamente hablando. Una gran oportunidad por el marketing emocional, para los que vivimos ese pequeño momento de popularidad que tuvieron "las luchas" a inicios de los 90. Icónicamente, es un producto posicionado plenamente, y por si todo falla, siempre habrá un nicho de mercado que responda (y por responda quiero decir que pagará bien) ante la experiencia de ir a las luchas, porque que el box es muy mainstream: los hipsters.
Sobra decir que después de los explicado a Ernesto mágicamente le salió un amigo que llevaba la cuenta de La Arena México y nos podía pasar. Próxima parada: las luchas.